La Fe es un regalo. La Fe es el mayor regalo
que nos da Dios después de habernos dado la vida. El que tiene Fe no necesita
ningún otro asidero. Porque con Fe no hay temor, no existe el miedo, no se
produce en nosotros el vértigo que nos provoca la vorágine dentro de este mundo
cambiante en el que nos hallamos sumergidos. El año que viene se celebran
quinientos años del nacimiento de nuestra Santa española más internacional,
Santa Teresa de Jesús. Famosa es su cita: "Nada te turbe, nada te espante
todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene
nada le falta sólo Dios basta". Sin duda alguna, una oda a la Fe, al
espíritu de eternidad que nos proporciona esa la fortaleza necesaria para poder
seguir.
Pues bien, la Fe ha sido y sigue siendo
perseguida y denostada. Todos nos habremos encontrado a alguien en nuestro
camino que nos haya juzgado por ser cristianos, a alguien que nos haya querido
convencer con un sinfín de argumentos de la no existencia de Dios, a alguien
que utiliza las lacras que a veces se producen en el ejercicio del sacerdocio
para tumbar nuestras creencias, a alguien que quizá un día tuvo Fe, pero que al
día siguiente la perdió ante lo que humanamente consideró como una injusticia.
Como muchos sabréis, recientemente viaje a
Roma y visité a nuestro Protector Espiritual durante el Sínodo de Obispos que
se llevó a cabo el pasado mes de Octubre en El Vaticano. Tuve la ocasión de
poder hablar con Su Beatitud mientras disfrutábamos de un tranquilo paseo por
los jardines del Vaticano. A medida que avanzábamos por la senda que nos
llevaba a contemplar la cúpula de San Pedro desde atrás, el Patriarca me
trasladaba su enorme preocupación por la situación actual que atraviesan Siria
y todo Oriente Medio. Su rostro demudado y sus palabras contrastaban con el
silencio y la paz en el ambiente. De pronto, ante mí, ya no ví a Su Beatitud,
si no que pude contemplar el rostro de la desesperación de un hombre que contempla
con impotencia como masacran a un pueblo. No en vano y aunque muchos se empeñen
en negarlo, estamos sumergidos en una de las mayores persecuciones que han
sufrido los cristianos a lo largo de la historia. Nuestros hermanos mueren a
cientos a causa de su Fe. Aquello por lo que muchos de nosotros somos juzgados
de palabra en tantas ocasiones aquí, es por lo mismo por lo que otros mueren degollados
en otros países. ¿No merece la pena, pues, enarbolar la Fe y llevarla bien
alta?, ¿No merece la pena nuestra pequeña lucha diaria en defensa de la Fe
cuándo otros han dejado sus vidas por el camino tratando de protegerla? Yo
opino que sí. Recemos por todos nuestros hermanos perseguidos.
Hace algo más de dos mil años nació en Belén de Judea el Rey de la Paz. Irónicamente ahora es la zona zero del conflicto religioso por excelencia. Empieza el Adviento, empieza la época de estar atentos como cristianos, de observar, y de llevar la Paz allá donde vayamos. Nosotros, como Caballeros y Damas de esta Ilustre y Muy Noble Orden debemos llevar la Fe, y la Paz. Pues la primera no se extenderá como una plaga sin la segunda, y la segunda no será duradera sin la fortaleza que brinda la primera.
La Venida de Cristo nos llena de esperanza.
Recibámosle con los brazos abiertos. Feliz Navidad a todos.
Atavis et Armis
O Grão-Mestre
D. Carlos de Bourbon – Marquês de Almazán"