"Excelencia, Hermanos,
Nuestra
historia no espera un futuro incierto que nos llena de inquietud, sino que
espera la Venida de Cristo que nos llena de esperanza. Para esperar al Señor se
necesita ser una persona activa y no ociosa, una persona santa y no viciosa,
una persona dispuesta y no cerrada en su proprio egoísmo y autosuficiencia.
La
nuestra no es tan solo una espera, sino también el recuerdo de uno que ya ha
llegado en el misterio de la Navidad que nos preparamos a celebrar, y la
certeza de la presencia de Cristo que camina con nosotros, a nuestro lado para
decirnos que “nuestra redención está cerca” (Lc 21, 28).
La
venida de Cristo es una venida inminente que requiere nuestra vigilancia
continua y alegre.
Es
tiempo de alzarse sobre la pereza del egocentrismo y de esperar no una novedad
fruto de la fantasía, sino a alguien que es nuevo: Jesús Cristo, esperanza del
mundo. Si el Señor viene nosotros estamos llamados a salir a su encuentro. El
Adviento es un tiempo litúrgico muy propicio para despertar en nosotros los
cristianos la conciencia de la responsabilidad misionera.
Ante
la certeza de tener que comparecer frente al Señor, que nos juzgará en el amor,
no podemos vivir una vida frenética y banal, hecha de disipaciones que nos
distraen, y de evasiones que nos alienan, de acciones estériles y de
discusiones inútiles. Estamos llamados a superar la tibieza, el compromiso, la
indecisión.
Existe
una justicia que encontrar, enfermos a los que curar, pobres que socorrer.
Estamos llamados a dejar nuestro mundo mejor que como lo hemos encontrado.
En
este Adviento estamos llamados a estar unidos con la oración a nuestros
hermanos y hermanas en la fe que en las regiones musulmanas de Irak, de Siria,
de Indonesia, de África, están discriminados, a los que se les prohíbe rezar,
son perseguidos, ejecutados, obligados a huir o a una vida de terror con
iglesias quemadas, pueblos destruidos, privados de los derechos humanos,
despojados de sus bienes, y todo con la indiferencia de los gobiernos y de las
autoridades civiles de nuestra Europa.
Que
el Señor que viene hoy y el Hijo del Hombre que volverá al final de los tiempos
nos ayude a mirar todas las cosas desde su fin último, y nos dé la fuerza para
estar vigilantes en la espera y asiduos en la oración, trabajadores en la
caridad, a estar listos todos los días para convertirse y a ser testigos de la
Buena Noticia del amor de Dios hacia todos.
Grão-Prior Eclesiástico da Ordem
Monsenhor Michele Pennisi – Arcebispo de Monreale"